domingo, 19 de junio de 2011

Escribe mientras puedas… Our last days, mommy.


Escribe mientras puedas. Mientras aún tus manos puedan escribir, mientras aún no asimiles del todo su pérdida. Mientras estés despierta, mientras la idea de no tenerla haga que pierdas toda sanidad, todo sentido de conciencia. Y sólo quieras dormir, y en efecto, termines durmiendo, por siempre, como ella.

Cuatro meses en el hospital, casi doce años de interminable lucha. Luchaste mucho mommy y, no existe mujer más guerrera que haya podido conocer. Ojalá fuera como tú, ojalá pudiera luchar, pero no puedo, no quiero. Para qué? Por qué? Qué sentido tiene mi vida con tu ausencia? Qué sentido tiene seguir como si nada hubiera pasado? “Tiempo”, es lo que todos dicen, menos mi padre que no hace más que abrumarme con sus planes. Que haz esto, que haz aquello, que anda a la universidad a convalidar cursos, que busca otra carrera, que ya para agosto tienes que estar estudiando, que hay que mudarnos de casa, que tienes que salir de la cama… POR DIOS SANTO PAPÁ! NO HA PASADO NI UNA SEMANA Y QUIERES QUE ACTÚE COMO SI MOMMY SIGUIERA AQUÍ! Tú no me das tiempo ni para respirar. Lidias con tu dolor refugiándote en el trabajo, pero recuerda,  que las dos horas como máximo que pasabas en el hospital, viendo a mom, no son las 24 horas diarias que pasaba yo viendo su agonía, por más de tres años consecutivos, cuando vos, mi querida mommy, te caíste en octubre del 2008 y fui a verte al hospital y supe que no podía dejarte, y salió de mí el gran amor que te profeso. El gran amor que siempre debí demostrarte mamá. Porque te cuidé, te amé, pero como cualquier hijo en su oportunidad, dejé de valorarte, me molesté contigo y no te hablé. Más ahora, como cualquier otro hijo, también, odio esos momentos que se convierten en un tormento y que deseas que nunca hayan existido. Sólo caricias, sólo besos, pero el humano es idiota y yo lo fui también.  No te reprocho, no te saco nada en cara daddy, pero sólo haces que el poco equilibrio que tengo, se destruya, y si eso pasa, caeré. Caeré tan profundo que esta vez nadie podrá levantarme. Mommy no está ahora, recuerda eso. Y el tiempo nunca ha sido mi mejor amigo.  Esta vez nadie me levantará, y tampoco los dejaré hacerlo.

Si tal vez no hubiera decidido acompañarte todos estos años, de forma tan devota, tal vez no sentiría tanto tu pérdida. Un vacío que me carcome. Que está destruyendo cada una de mis defensas, que sólo con tu presencia, se mantenían. Verás, si en cuatro meses seguidos viviendo en el hospital, y varios años entrando y saliendo de ese inmundo lugar, no me he enfermado, ni siquiera una ridícula tos, no es porque sea fuerte, no es porque me haya alimentado bien (apenas comía, si las tonteras de la maquinita se pueden considerar comida). No es por ninguna razón más que por ti, MAMÁ. Porque me necesitabas sana y cuerda, entonces programé a mi cuerpo para que no se enferme, para que no necesite más que un par de pastillas comunes si es que quería hacer huelga por tanto agotamiento. Apenas dormíamos, pero tampoco tenía sueño.  Me adapté tan bien a ese horrendo lugar, que cada domingo que iba a casa me sentía como una extraña. Y por más que odiaba el hospital, no conocía otro lugar más acogedor que ése. Lleno de doctores inhumanos, pero también de personas buenas que, desafortunadamente, poco podían hacer por tí. Los que podían salvarte, esos eran los corruptos, contra los que luché hasta el final, pero aún así no fue suficiente. Te me consumiste en Cirugía mientras luchaba que Nefrología te transfiriera a piso. Odio al 10A por eso. Los doctores que tanto nos conocían, que sabían bien tu caso, vieron tu dolor y te negaban. Ponían mil peros para no llevarte. “Que la lleve UCIN (Unidad de Cuidados Intermedios)” como si no supieran que es muy difícil entrar allí. Y ni qué decir de UCI (Unidad de Cuidados Intensivos). A menos que tu saturación (nivel de oxigenación de la sangre al cerebro) esté por debajo de 70 y necesites de un ventilador, ellos pueden verte morir, pero no te llevan. Ya iba a presentar mi denuncia, con huachafada incluída, esto es, amenazar con recurrir a los medios de comunicación. Pero ese mismo día, mi hermano tuvo la oportunidad de conocer al jefe de UCI, y en menos de lo que pude reaccionar, vino el jefe y te llevó en calidad de emergencia a esa unidad. Allí, por primera vez, en tantos años, me apartaron de ti mamá.  La dulzura que mantenía en medio de todo mi dolor,  y mis ojitos llorosos, conmovieron al doctor León, uno de los brujos más temerarios de UCI, que estaba en ese momento haciendo guardia. Haciendo excepción de toda regla, me dejó entrar a despedirme. Te vi, te besé, te dije que todo iba a estar bien, pero vos no abriste tus ojitos, sólo te quejabas. NO te dije que te dejaba, porque sabía que te ibas a inquietar. Luego fue ese mismo doctor, que resultó ser un pan de Dios (al menos conmigo), el que me dijo, dos días después, que nada podía hacerse. Que, como no aceptábamos que se empleen métodos invasivos en ti (o sea, tubos y tubos y más tubos que te conectan a máquinas que te hacen vivir superficialmente causándote mucho dolor), sólo iban a dormirte. Así me lo dijo, “Vamos a hacer dormir a tu mamá para que no sienta dolor, porque está sufriendo mucho. Sigue sangrando y no podemos estabilizarla. Los antibióticos para la septicemia (infección generalizada) son como agua para ella. Su recuperación no llega ni al 5%. Le aplicaremos narcóticos para que duerma, para que no sufra, y hay que esperar hasta que Dios decida”  Tristes e inconsolables palabras, pero era cierto. No había que objetar. Pero aun así te hablaba y vos me escuchabas, porque te agitabas, porque tratabas de moverte, de hablar. Tanto narcótico no podía ni hacerte dormir, seguías en dolor constante.

Dos horas de visita en UCI eran un calvario. Salía tratando de pretender que no te había visto, que no te estaba perdiendo.  Y me iba al moll a comprar compulsivamente. Al cinema también. Y comía, comía mucho, aún sin tener hambre. Y llegaba a casa a conversar en el Messenger con mis amigas, como si nada ocurriera. Bloqueaba hasta el máximo la idea de que te me estabas yendo y de que no estaba allí para verte.

Al cuarto día, en UCI, el chusma del Dr. Vidal, el que estaba de guardia ese día, fue mil veces más práctico que el Dr. León, y me lo dijo así de simple: “Si no vamos a usar métodos invasivos con tu mamá, no tiene sentido que se quede en UCI, porque UCI es para eso, para conectar al paciente a máquinas que puedan hacer que sobreviva hasta que su cuerpo empiece a reaccionar por sí solo. Pero en el caso de tu mommy, los tubos no van a hacer que sobreviva, porque ya no tiene chance. Sólo van a prolongar su sufrimiento” En eso coincidimos. Esa fue la razón por la que no acepté métodos extraordinarios en ti mamá. Porque en el fondo, sabía que no te iban a hacer sobrevivir, sino iban a prolongar tu sufrimiento, y no era justo tenerte así, sólo para que yo no sufra tu ausencia. POR PRIMERA VEZ EN MI VIDA, quise con toda mi alma que te fueras, y le rogué a Dios por eso. Hasta ahora me odio por eso también.  Hasta qué punto puede llegar mi amor hacia ti madre, que ya no pido que vivas, sino que mueras? Qué crueldad la mía. Pero estaba siendo justa mamá. No podía ser egoísta, no podía retenerte a mi lado así, en esa agonía. Porque las dos últimas semanas, fueron terribles. Te consumiste tanto y sufriste muchísimo. Era justo tenerte viva, sufriendo, sólo para no sufrir yo?

*Me sigo odiando por ser tan maldita sea racional cuando preferiría ser 100% irracionable.

Al cuarto día, el Dr. Vidal te transfirió al 3C, piso de Medicina Interna. Renegué hasta el cansancio, pero no pude negarme porque tenía lógica. De qué servía un monitor, si nada iban a poder hacer si tu corazón dejaba de latir? Pero para mí fue un calvario, significaba quedarme allí, contigo, otra vez, día y noche. Y por primera vez (también) no quería mamá. Tenía mucho miedo, pánico. Ver tu agonía al extremo me estaba matando. Estaba carcomiendo mi interior como si clavaran una daga en mi pecho y la retorcieran una y otra vez, destruyendo mis entrañas. Un dolor vivo, lleno de gritos que no podía mostrar, de lágrimas que no podía permitir que corrieran por mis ojos. Aun así, tenía que mantenerme en pie, y hablar normal, y mostrar en un nuevo piso, que soy María Gabriela, la hija de la señora Sarmiento y que a mi mamá, o la trataban bien o se las veían conmigo. Pensé que entrábamos a una nueva lucha, una más batallante, pues te tenía en agonía, en dolor constante. Qué iba a poder hacer contra eso? Y para colmo, no querían dializarte. Llevabas cinco días sin diálisis! Los nefrólogos temían, que en tus condiciones, te diera un paro si te conectaban a la máquina. Pero mientras tanto, mientras calmaban su miedo negándose, vos te llenabas de líquido y tu cuerpo sufrió mucho por eso.

            *Es increíble cuánto puedo escribir en este momento sobre tu ausencia. Sobre tus últimos días de dolor.

             *Me asusto de mí misma…

En la noche, de ese sábado 11 de junio, te vi, y te vi mil veces. Al inicio no quería ponerme mi pijama, pensaba que tal vez no sobrevivirías al siguiente día. Luego supe que tenía que cambiarme, pero igual, yo ya sabía que al día siguiente te me ibas a ir. Te susurré al oído que no temieras por mí, que tu premio por tanto dolor que bien supiste llevar, era la bendición de que Dios iba a cuidarme. Te rogué que descansaras, que no lucharas más. TOQUÉ TU CORAZÓN, Y CON LÁGRIMAS, LE ROGUÉ QUE DEJARA DE LATIR. Y tú te agitabas más, porque me estabas escuchando, lo sé. Y creo que te molestaste porque te estaba dejando ir.
              *Me sigo odiando por eso también.

Pero era necesario. Era necesario que escucharas de mí frases de abandono, de ruego al descanso con Dios. Aun así luchaste y luchaste mucho. Le pedí a la enfermera que te colocara Petidina, para que pudieras descansar algo, para que el dolor que sentías desapareciera un poco. La muy torpe te puso un tercio de la ampolla, pero como a mí nadie me viene con sonseras, sabía que eso no te iba a hacer efecto, así que le ordené la ampolla entera, y te la colocó, pero ni con eso pudiste descansar. Dormiste un poco, porque no te quejabas tanto. Pero tu respiración era cada vez más lenta, y tu corazón palpitaba muy rápido. Te estabas esforzando por seguir. Pero yo sabía que me ibas a dejar y te lo dije, “Mommy, no te preocupes, que hoy día va a venir Diosito y te va a llevar. No te preocupes por mí, que tu mayor premio por tanto sufrimiento, va a ser que Él me va a cuidar bien, y nada malo me va a pasar” Ni yo me la creía, eso de que iba a estar bien, pero sí de que Dios iba a venir por ti. Y no me equivoqué.

A las 6:30am, del 12 de junio, aún respirabas mamá. Tuviste una madrugaba de larga agonía, pero en un segundo, mis ojitos pudieron ver, como tu corazón dejaba de latir. Tu pulso desapareció. El bip de tu aorta ya no estaba allí, indicándome que aún vivías. El oxígeno era en vano, me acerqué a tu carita y ya no respirabas mamá. Te miré, no lo podía creer. Te contemplé unos minutos antes de ir a decirle a la enfermera. No quería hacer escándalo, esta vez no iba a correr para que te salvaran. Era la hora de dejarte ir. Luego llamé a la enfermera y lo corroboró. Y yo, apenas podía respirar. Me vino como un ataque de asma. Sentía que me faltaba el aire. Sólo me aferré a tu cuerpecito, llorando sobre lo que aún quedaba de ti, pero no de la que se iba, de my  mommy  hermosa y querida, ésa ya estaba en el cielo. Diosito vino tal como te dije mamá.

Te pude tener en mis brazos, por al menos dos horas, antes que te cubrieran. No quise ver más, no quise ser parte de ningún papeleo. Me llevaron a casa, y aún ahí, seguía actuando como si nada hubiera pasado. Me quedé sola. Mi hermano y mi dad se encargaron de lo demás, junto con mi tío Néstor, el único hermano devoto que tuvo mi madre. El otro, simplemente no existe para mí.

Y ahorita, me acabo de percatar, que ya es domingo, han pasado exactamente siete días. Una semana ha pasado mommy, y me sorprende que aún esté viva. Verás, yo soy como tú, FUERTE! UNA GUERRERA! Pero, vos tenías una razón por la cual luchar. Por mi padre, por mi hermano, por toda la familia y amigos que tanto te querían, porque fuiste una mujer más que increíble, y en especial, sé que luchabas por mí. Porque me conocías, porque conocías esa fragilidad que se oculta en esa fortaleza que aparento, que vos también aparentabas. Pero yo, mommy, ya no tengo porqué luchar. Luchar por mí? Ya es muy tarde para eso. Mi motivo de lucha terminó con tu ausencia. Tu abandono para ir al cielo fue mi recompensa a tu batalla. Aunque sea una recompensa desgarradora. 

Pero ahora que ya no estás aquí, tendrás que perdonarme por mentirte. “No estoy bien mommy. Nunca lo voy a estar. En efecto, dudo mucho que Dios me proteja, al menos hasta ahora, me siento desprotegida. Y este cuerpo frágil no seguirá luchando porque ya no tiene motivo para sobrevivir” Mi padre no me ayuda a lidiar con mi dolor. Me siento presionada a salir cuando no quiero. Cuando aún es muy pronto. Mi hermano tan sólo calla, no quiere verme en cama, pero sé que me entiende. Con mi dad aún no sé qué voy a hacer, porque si sigues así daddy, sólo harás más corto el camino al cual estoy yendo. El que un día duerma, respire profundo, se vaya el bip, y entre a un sueño eterno.    

Gracias a todas las personas que donaron sangre por ti, mamá. Jeremy, Junior, María del Pilar, Tito, Fiocci, tantos... Tu cuerpo necesitó mucha sangre, plasma, criops, plaquetas de pool. Sin sus donaciones, el banco de sangre me hubiera puesto las restricciones que gracias a Dios, si bien existieron, con estas donaciones, pudieron superarse.

No te faltó asistencia en Cirugía, a pesar que reconocían su incompetencia para tratarte, pues se consideran sólo hechos para operar y punto, los 10 años de medicina se van al tacho. Cualquier otra complicación que no implique cortar y operar, que lo vea otra especialidad, ellos en eso, son brutos. "DE TU MAMÁ, SABEMOS TANTO COMO DE COSTURA" Palabras, literales, del dr. Aguilar. Pero tu cuerpo ya no quería seguir. Ya no podía. Y los doctores que pudieron hacer algo, nos abandonaron. El único pilar que me brindaba seguridad, el Dr. Valdivia, también nos abandonó, y de manera muy cruel que hasta ahora no logro explicar. Estábamos nuevamente solas en ese hospital, a merced de tanta maldad que nunca había sentido tan presente como en estos momentos, en que dejaron que te murieras. Y nada pude hacer al respecto. Ni mil quejas pudieron hacer que venciera el maldito sistema que te estaba matando. La burocracia que te aislaba y te manejaba a su antojo, para su conveniencia. No sólo era ver tu dolor, sino también la indiferencia de Nefrología, de los doctores que tanto sabían de tí pero se hacían de la vista gorda. Esta vez, la muñequita no pudo vencer tanta malicia junta, tanta negación absoluta. Lo siento, lo siento mucho, mommy.

                         *Y por eso me odio aun más.


Estoy sobreviviendo de manera increíble e inimaginable. Destrozada por dentro, pero hablo, me mantengo en pie, escribo también. Y esa es otra razón para odiarme. Heredé tu fortaleza mamá, pero, esa fuerza sin motivo, no durará por mucho tiempo  y, con la presión inadecuada que estoy padeciendo, sólo creará en mí mayor abandono, mayor tortura, mayor soledad en la que me iré perdiendo. No soy fatídica. No es cuestión de ponerle un dramático final a nuestra lucha. ES LA REALIDAD.

TE AMO Y TE AMARÉ MÁS QUE A TODO MOMMY. MI VIDA SIN TI ES UN VACÍO QUE NADIE PODRÁ LLENAR. UN CORAZÓN ROTO QUE NUNCA SE PODRÁ REPARAR. UN CIELO DE NUBES GRISES QUE NUNCA VERÁ LA LUZ. UN SUEÑO PROFUNDO QUE ANHELA, QUE RUEGA POR LLEGAR, PERO NO PARA SEGUIRTE MAMÁ. TERMINAREMOS EN MUNDOS DIFERENTES, ESO TAMBIÉN LO SÉ. PORQUE NO MEREZCO TU CIELO. ES TU TIEMPO DE DESCANSAR DE TODO Y DE TODOS, INCLUSO DE MÍ. MI AMOR TE RETUVO DEMASIADO, Y POR ESO SUFRISTE MÁS. AHORA TE DEJO PARTIR Y EN TU AUSENCIA, SÓLO PIDO CON ANSIAS LA MÍA.

Fare well dear and lovely mommy, fare well…

1 comentario:

  1. Gracias por compartor todo esto, querida. Y no te odies, que vales mucho para ello. Un abrazo fraterno, querida. Cam.

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